Un día me senté a coser cualquier cosa y me salió una sudadera verde para “combinar” con este pantalón verde o con esta camiseta verde. No, no tengo ninguna obsesión con el verde, sí con el negro que no me quito de encima.
Había escogido esta tela para mi hijo y la rosa para mi hija, ya… En pleno aburrimiento costuril me dije a mi misma “haz algo”. Me estoy enfrentando todas las semanas con lo mismo “quiero sentarme a coser pero queeeeeeeeeé?” No tengo lista, no compro tela, mi mesa esta vacía igual que mi inspiración. Todo lo contrario de ti, me dirás.
Año pasado también me dio este mismo parón. Quizás porque mientras no cambie la estación no me pondré a revisar los armarios. Seguro que faltarán cosas por coser para primavera.
Me puse con la sudadera lisa, verde, sin nada y pensé que lo más fácil sería pegar un vinilo. Pero eso no sanaría mi necesidad de hacer algo y empecé a cortar triángulos. Mis ansias no las curo con comida, me pasa justo lo contrario, me corta el hambre. Ahí sigue mi hacer algo sin hacer nada.
Tengo algo rondando mi cabeza desde hace dos semanas que puede ayudarme a salir de este bucle. Mientras me vais a perdonar la falta de motivación por aquí. Y no digo más para no ponerme borde, todo anda muy verde.